El caso es que, de pronto, un día, un día cualquiera, me levanto del revés, con el pie izquierdo o yo qué sé qué. Me paro a pensar y me analizo (algo típicamente argentino; ¡algo tenía que quedarme!). Me siento como un navegante sin brújula, en medio del océano tempestuoso; como un perrito en la curva de la carretera, mirando como el coche en el que iba hacía tan sólo un minuto se hace cada vez más pequeñito; como una niña que pierde la mano que la guía en medio del desorden de un mercado... Estoy lejos de todos y de todo.
Esto acostumbra a durarme una semana y media (o algo así) y suele sucederme un par de veces al año. Lo catalogo como depresión maria-alejandril bianual.
No sé si los médicos lo tienen recogido en su nomenclátor de patologías diversas. Yo, de momento, he podido recoger la sintomatología; ahora sólo me queda encontrar el remedio.
No sé si los médicos lo tienen recogido en su nomenclátor de patologías diversas. Yo, de momento, he podido recoger la sintomatología; ahora sólo me queda encontrar el remedio.
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