jueves, 25 de febrero de 2010

PISOS PLANAS DE EL VENDRELL

Aquí tenéis una pequeña explicación de lo que está ocurriendo en este país (gracias por la explicación, Arturo).






Y para muestra un botón: foticos de los pisos Planas de El Vendrell en plena batalla campal.

lunes, 22 de febrero de 2010

YA HE VUELTO (Y A MÍ QUÉ, ¿NO?)

Sí, señor. Ya estoy aquí de nuevo.

"¿Y a mí qué?", pensarás. Pues nada. Sólo lo digo para que lo sepas. Necesidades comunicativas que tiene una.

viernes, 5 de febrero de 2010

¡MALDITOS HEREJES!

Me voy a París. Oui, mon amour... Pienso pasarme cuatro días hinchándome a cruasanes "herejes", hasta que me salgan por las orejas.

Y es que no sé si lo sabes, pero el cruasán representa el grado más alto de herejía para con los musulmanes. (Susurrando) Suerte que los más integristas lo ignoran; si no, en Europa, ya se hubiera declarado la yihad.

Me explico: los cruasanes los crearon los panaderos austriacos de finales del siglo XVII. Los inventaron, no para mejorar la oferta culinaria del imperio, sino para mofarse de los turcos que intentaron invadir el territorio a través de Viena.

El intento de invasión pretendía llevarse a cabo por la noche; pero no contaban con que el gremio de panaderos también ejercía a esas horas. Así pues, los vieneses los descubrieron y dieron la alarma a los soldados, quienes frenaron a los turcos.

Tras impedir la embestida otomana, el emperador concedió honores y provilegios a los panaderos y éstos, a su vez, inventaron el cruasán para imitar burlescamente la media luna musulmana (de hecho, empezó llamándose Halbmond, media luna en alemán). Luego se extendió el nombre croissant, que quiere decir creciente y que se refiere al estadio lunar.

Hoy en día relacionamos el cruasán con Francia. Pero allí no se popularizó hasta casi un siglo más tarde.

Por lo tanto, el que se zampe un cruasán o varios para desayunar o para merendar está cometiendo acto hereje a ojos de los musulmanes. Pero... ¡qué buenos que están, ¿no?!

lunes, 1 de febrero de 2010

TRES TRISTES TIGRES

No sé si te sucede a ti lo que a mí. O si conoces a alguien a quien le ocurra lo mismo. Te cuento y me cuentas o me pones en contacto, ¿vale?

El caso es que, de pronto, un día, un día cualquiera, me levanto del revés, con el pie izquierdo o yo qué sé qué. Me paro a pensar y me analizo (algo típicamente argentino; ¡algo tenía que quedarme!). Me siento como un navegante sin brújula, en medio del océano tempestuoso; como un perrito en la curva de la carretera, mirando como el coche en el que iba hacía tan sólo un minuto se hace cada vez más pequeñito; como una niña que pierde la mano que la guía en medio del desorden de un mercado... Estoy lejos de todos y de todo.

Esto acostumbra a durarme una semana y media (o algo así) y suele sucederme un par de veces al año. Lo catalogo como depresión maria-alejandril bianual.

No sé si los médicos lo tienen recogido en su nomenclátor de patologías diversas. Yo, de momento, he podido recoger la sintomatología; ahora sólo me queda encontrar el remedio.