jueves, 30 de septiembre de 2010

29-S

Ya sé que esta semana todo van a ser entradas sobre la huelga general. Y yo digo: ¿por qué voy a ser yo más original? Repetimos plato.
El martes tenía que decidir si me adhería a la huelga o no. Soy autónoma y las cosas, últimamente, no van muy boyantes. Así que, ante el derecho expreso de manifestarse, por un lado, o de llevar a cabo la jornada laboral, por el otro, me incliné por lo segundo.

El miércoles a las 9.30 h me dispuse a abrir mi negocio. Y lo hice sin ningún problema, hasta que llegaron un grupo, autodenominado piquete "informativo". Y digo yo: ¿qué tendrá de informativo, si me obligaron a bajar la persiana? Más bien les llamaría piquetes "coactivos".

Te seré sincera: en el momento en que los sindicatos anunciaron la fecha de una huelga general, me alegré muchísimo. Me alegré de que un país se movilizara para manifestarse ante su Gobierno. Me alegré de que, ¿por qué no verlo así?, un país se manifestara ante el mundo entero (por eso que dicen que vivimos en un mundo globalizado, ¡vaya!).  Me alegré de que se decidiera a plantar cara de una vez. Me alegré, sinceramente. 

Ahora ya no sé qué pensar. Los supuestos defensores del trabajo digno me obligaron a hacer algo que yo no quería, que no había decidido. Y la alegría que sentí en su momento, se diluyó al echar el cierre a mi negocio.

Eso sí, en algo sí la clavaron estos chicos tan avispados. El flamante lema de la huelga nos sirve a todos para manifestarnos contra todo:


Pues eso mismo, señores: Así, no. Yo voy (A TRABAJAR)!

miércoles, 1 de septiembre de 2010

LA VUELTA AL COLE

Hace un tiempo pensé que no volvería a escribir más en esta página. Pero hace un rato me he dado una vuelta por aquí y me ha picado de nuevo el gusanillo. Y, como esto de los blogs, los tiene uno por gusto (quiero decir que uno no se gana la vida escribiendo chorradas a cualquier hora del día...), pues aquí me tienes: teclado en mano y dispuesta a plasmar ideas en este folio virtual.

Mi último post ("De los nervios") está estrechamente relacionado con mi nueva situación actual. He necesitado medio año para deshacerme de esos nervios, de ese despacho, de esa compañera y de la madre que los matriculó a todos.

Y te preguntarás: "¿Cómo lo has conseguido?". Primero de todo, dándome cuenta de que lo que tenía no me llenaba. Y luego deseando con toda mi alma que aconteciera un cambio en mi vida (ese deseo ha ido acompañado de una búsqueda, claro está). Así pues, he cambiado lo que tenía por un trabajo interesante, motivador, bien remunerado, que me da tiempo para mí...

Está bien, voy a confesar el oficio, porque, si no, no tendré credibilidad ante ti, lector mío: voy a ejercer de profesora en una institución reconocida (prefiero evitar los detalles por si me conoces...).

Además, voy a aprovechar esa mejora salarial y temporal para ampliar mis estudios, para no contradecir aquello de que "en tiempos de crisis, lo mejor es formarse". Un máster oficial en la lengua de Cervantes me ayudará a consolidar mi nuevo trabajo.

Así pues, a dos semanas del cambio, me veo inmersa en la deseadísima vuelta al cole (¡por partida doble!).